Lo de la Manada de San Fermín parecía una novedad , pero desde entonces han proliferado los casos e incluso se sabe que tuvo precedentes, es decir, que la violación de una mujer por varios hombres no es un hecho aislado.
Los incentivos que llevan a realizar ese tipo de violación son múltiples. Los delitos colectivos permiten disminuir el sentimiento de culpa y la responsabilidad individual al mismo tiempo que aumentan el valor para quebrantar normas y consolidan la solidaridad del grupo. Recuerden, por ejemplo , las gamberradas contra los novatos o el “¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna , señor.”
Otra ventaja es que al ser varios agresores contra una sola víctima, el éxito del ataque está asegurado.
También cuenta la superación de los miedos del varón al acto sexual, que puede poner en entredicho su orgullo de macho dominador, y que formulados de forma popular son: “la tengo demasiado pequeña “ , “¿ y si no se me empina?” “¡El gatillazo, otra vez! “, “No hay mujeres frígidas; hay hombres torpes”, “¡Lo contará a su amigas!”…
En la violación colectiva esos miedos desaparecen. La víctima, aterrada, no está para fijarse en tamaños, disfunciones o torpezas. Queda reducida a objeto inofensivo. Los hombres disfrutan plenamente del placer de humillar y dominar, además de la satisfacción sexual. Y si ella lo cuenta, siempre habrá quien no la crea, jueces incluidos.
Con este panorama, o los castigos son ejemplares, o seguirán aumentando las violaciones colectivas.
https://www.lavozdegalicia.es/noticia/opinion/2019/01/14/violar-grupo/0003_201901G14P12994.htm