Vamos a ser optimistas y a alegrarnos de que en algunas empresas que lo utilizan el curriculum anónimo trajo consigo un aumento de mujeres en plantilla «de un 12 a un 36% el número de mujeres en sus puestos de trabajo», aseguró la ministra de sanidad Dolores Montserrat.
Lo primero que a una se le ocurre es que el anonimato se acaba en el paso siguiente y decisivo para conseguir un trabajo, que es la entrevista. Ahí, el ejecutivo con experiencia, que el curriculum parecía ofrecer, se convierte ante los ojos del examinador en una señora madura que seguro que es un culo de mal asiento y que no va a traernos más que problemas. Y, de igual modo, el que parecía un joven inteligente, con gran capacidad de trabajo y deseos de prosperar , es en realidad una joven ambiciosa que en cuanto tenga un puesto fijo se pondrá a parir hijos y a reclamar la conciliación familiar.
La discriminación empieza ya en la escuela primaria. Colegas que dan clase en ese nivel me han comentado que a los niños que preguntan mucho se les considera inteligente e interesados en la materia, mientras que las niñas que lo hacen son vistas por algunos profesores como marisabidillas molestas.
Durante mucho tiempo seguirá habiendo empresas que discriminen por el sexo, la raza, la edad o la foto. Pero seamos optimistas. Ese aumento de mujeres en nómina, detectado en empresas que utilizaron el currículum anónimo, es un paso pequeño, pero hacia adelante, en el largo camino de la igualdad.