He leído en La Voz de Galicia la entrevista a un joven transexual de dieciocho años que ya ha conseguido que figure un nombre masculino en su DNI y está recibiendo terapia hormonal para cambiar de sexo. Manifiesta en la entrevista haber recibido ayuda por parte de familia, amigos, profesores, médicos y personal del juzgado que autorizaron su cambio de DNI.
Recordé entonces que en el mes de marzo salió a la luz una biografía del gran poeta y premio Nobel Vicente Aleixandre. Aunque la obra tiene muchos elementos de interés, los comentarios de los periódicos se centraron en que por primera vez se habla abiertamente de la sexualidad del poeta y se citan los nombres de sus amantes, tanto femeninos como masculinos. Emilio Calderón, autor de la obra, que recibió el II Premio de Biografías de la editorial Stella Maris, destacó en una entrevista las dificultades que tuvo para realizar su trabajo: «Una guardia pretoriana en torno a su figura ha custodiado celosamente su vida íntima, creyendo que hacían un favor al Nobel ocultando su sexualidad».
Comparando las dos noticias me he reafirmado en mi idea de que en Galicia hay una mentalidad mucho más abierta que en el resto de España en lo que respecta a la sexualidad. Lo demuestra la integración que tuvieron en el ámbito rural los hijos de madre soltera. Ni dramas calderonianos ni tragedias. La sociedad incorporaba con naturalidad a la madre y al hijo. Y ahora integra a ese joven que nació con cuerpo de mujer y se siente varón. Es una buena noticia.