El otro día vi en televisión una tertulia en la que se trataba del amor. Había allí un montón de gente famosa que hablaba del tema sin más conocimiento que el que les daba el hecho de ser hombres y mujeres y haber tenido alguna relación erótica con otros hombres y mujeres .
Hoy se da mucho esa situación de que los famosos opinen en los medios sobre cualquier cosa. Así vemos a futbolistas que opinan sobre literatura y a folklóricas que pontifican sobre arte . Y así suele salir la cosa .
Pero en pocas ocasiones he oído un montón de trivialidades y tópicos como las que se dijeron sobre el amor en la tertulia de la que te hablaba. Ya sé que no se pueden pedir peras al olmo, pero se diría que tampoco hay perales a los que pedirles peras . Y , si los hay, se encuentran tan alejados de esos medios de comunicación que sus frutos corren el peligro de pudrirse, sin que lleguen a ser disfrutados por el público.
Lo que más me molestó fue la imagen que configuraron entre todos de las relaciones de pareja como una especie de sociedad de diversiones mutuas, absolutamente intranscendente. La palabra “ complicidad “ fue una de las más repetidas y las expresiones “pasarlo bien “ y “divertirse”. También se habló de dar menos importancia a la fidelidad y de que la mujer tenga una independencia económica a fin de que no sea explotada en la pareja .
No seré yo quien niegue la importancia de reírse juntos ni la de una independencia femenina, pero no me gusta nada esa imagen de complicidad , que siempre me ha parecido opuesta a la de solidaridad. Y me molesta la superficialidad de que todos daban muestra, aunque quizá estuviera propiciada por el medio en el que se encontraban .
Nadie habló del hondo sentimiento de soledad que anida en el corazón del ser humano y que convive con un deseo no menos hondo de romper su aislamiento y sus límites. Nadie del deseo del bien y de la felicidad , que no tiene nada que ver con la diversión o con la risa ; ni de la fidelidad que no nace de la represión sino de un anhelo de entrega total y sin reservas ; ni de la voluntad de permanencia frente a los embates del tiempo y del egoísmo humano . Nadie habló de aquella voluntaria renuncia a la libertad de la que habla Cernuda :
“Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío ;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina ,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y mi espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad por que muero …
En fin , me parece que todos aquellos famosos sabían bien poco del amor, de ese “amor que mueve el sol y las otras estrellas” ( Dante Alighieri dixit )