Tras ver los comentarios que ha provocado este artículo pienso que debería haberlo titulado “El control televisivo provoca fanatismos”
Todos los rusos que yo he conocido se habían exiliado voluntariamente y decían pestes sobre Putin. Pero en el verano de 2021 conocí a Irina, que es ardiente defensora de su persona y de su régimen . Pertenece a una familia que vivía en Ucrania , en la zona pro rusa, y cuenta horrores sobre Zelensky y su policía que , según dijo, había asesinado a miembros de su familia. Un día de aquel verano anunció que se iba a organizar “una buena” y que Zelensky y los suyos iban a pagar por lo que habían hecho.
Debo decir, para que se entienda la falta de matices de los comentarios , que las conversaciones con Irina tienen lugar en el mar, a unos 200 metros de la costa, en una parte acotada para nadadores expertos. Allí, tres amigas que nadan con rulos que las sostienen, se paran a charlar con Irina, que viene desde otro punto de la costa alicantina. Ella es simpática y no se molesta por los comentarios contra Putin y nos explica lo mucho que Putin ha hecho por Rusia y cómo está tratando de salvar a los pro rusos que viven en suelo de Ucrania, que en realidad no es de Ucrania sino tierra robada a Rusia.
Sobre los oligarcas rusos que se habían manifestado contra la invasión y que murieron en extrañas circunstancias, dijo que los habían matado “los americanos”. Y ante nuestra incredulidad, añadió que los medios informativos de la Unión Europea solo dicen lo que Estados unidos quiere que se diga.
Ese día yo abandoné la tertulia horrorizada por lo que consideré su fanatismo, pero, mientras nadaba hasta la costa, tuve tiempo de reflexionar sobre el escaso efecto que , en las democracias occidentales, incluido nuestro país, producen las ideas difundidas por medios independientes, comparado con el enorme poder que ejercen los canales manejados desde el poder. Y no es que esté de acuerdo con Irina, pero ahora la comprendo mejor porque la veo como una víctima del poder ejercido a través de los medios sometidos al poder de un gobierno.