Marina Ovsyanikova publicó un vídeo en el que decía que se avergonzaba de haber estado sirviendo a la propaganda del Kremlin, que lo que estaba sucediendo en Ucrania era un crimen, que Rusia era el agresor y que la responsabilidad era de Putin. Después se plantó en la televisión, en el canal de más audiencia, en la hora punta con un cartel en el que se leía :”No a la guerra. Parad la guerra. No creáis la propaganda. Te están mintiendo”.
Fue detenida, desapareció durante dos días y al ser liberada, con signos de gran cansancio, dijo que había tomado esa decisión por sí misma, que el interrogatorio había durado más de catorce horas, y que llevaba dos días sin dormir.
La han condenado a una multa de 30.000 rublos ( 250€) por el vídeo y está pendiente de un juicio por su aparición en la televisión en el que puede ser condenada a 15 años de cárcel. Horroriza pensar lo que puede sucederle a esta valerosa mujer. También ha dicho: “Espero que este sacrificio no haya sido inútil”.
A mí me ha traído a la memoria algo que todos los periodistas del mundo recuerdan con admiración: los dos reporteros que echaron del poder en 1974 a Richard Nixon. Quizá también se lo haya recordado a Putin y su entorno. Ojalá que en esta ocasión funcione la solidaridad de la prensa para que no se olvide a esta heroína. ¡Ojalá que las redes sociales difundan su mensaje, que los jóvenes que usan esas redes para comunicarse entre sí hagan suya esa protesta y extiendan a través de sus móviles ese grito a en contra de la guerra y a favor de la libertad de expresión!¡Ojalá!